¿Sabes qué quieres?
Si alguien te ofreciera dinero sin límites, sin tener restricciones de ningún tipo y te propusiera invertirlo en tu sueño, ¿sabrías en qué invertirlo?, ¿sabrías qué hacer con ese dinero? Una vez me hicieron esa pregunta y en realidad en ese momento no supe qué contestar, me di cuenta que no sabía qué hacer con mi vida, ni qué huella dejar… ni siquiera tenía claridad si podía realmente aportar algo a alguien.
Esa pregunta me dejó en jaque por varios días, semanas y quizás meses, porque lo primero que a uno se le viene a la cabeza es que quiere lujos, viajar y estar inmerso en un mundo que ha visto en películas y que cuando te preguntas seriamente si eso es lo que quieres, la primera sensación que tuve es que no era eso lo que quería.
¿Cuáles eran mis reales anhelos?, ¿cuáles eran las reales motivaciones para estar vivo?, ¿cuál era la verdadera razón para levantarme todos los días a hacer algo?
Debo reconocer que estuve bien perdida harto tiempo, bordeando la depresión, sintiendo por momentos que estar en este mundo no tenía ningún sentido y que todo parecía una broma de mal gusto. Este proceso de “tocar fondo”, de ver quizás el sin sentido de todo, me mostró quien yo soy realmente, con mis luces y mis sombras. ¡¡Y vaya qué sombras!! De esas que dan miedo al mirarlas, de esas que prefieres evitar y esconder debajo de una alfombra para que nadie las vea.
Pero esas mismas sombras son las que te muestran la luz en ti, te muestran que a pesar de estar todo muy oscuro, hay una chispa que ilumina tu interior, la que puedes proteger y dar más combustible para que empiece a iluminar cada vez más los espacios donde predominan las sombras.
Al principio cuando descubrí esa pequeña luz era super rígida con su cuidado, trataba que no hubiera ningún viento que la moviera, trataba que nadie se acercara para que no se fuera a apagar, pero se hacía tan trabajoso y tan cansador tratar de esconder la luz para mantenerla viva que parecía que la vida menos sentido tenía.
Hasta que me relajé y vi que el viento que había alrededor potenciaba la llama y la hacía crecer, que al crecer la llama podía empezar a jugar con las sombras y observar cómo iban cambiando, como iban desapareciendo y haciendo figuras hermosas de nuevas experiencias y aprendizajes. Y cuando logré encontrarme otra vez con el juego, con el disfrute, con el gozo, logré conectar con lo que realmente me motivaba y me hacía feliz.
Esa felicidad la encuentro en la sonrisa de las personas que acompaño, cuando logramos juntos darle más fuerza a su luz interior, a su alegría y disfrute interno, a que se conozcan así mismas, entiendan su propósito y transformen su vida en ese sueño que tienen, para que sea una realidad.
Te invito a que recorras tu camino interno, descubras quién eres y qué quieres en realidad. No tengas miedo, nada malo puede pasar si te cuentas la verdad, solo cosas buenas están por venir.